jueves, 22 de marzo de 2012

Tengo la curiosa capacidad de reconocerte entre una multitud de gente. O es el destino, que tiene la capacidad de ponernos en el mismo espacio, casualmente. Sin ni si quiera planearlo, sin ni si quiera pensarlo. 

Y de repente veo una sonrisa, desde kilómetros, y mi corazón comienza a latir desenfrenadamente. Eres tú, son tus ojos. Sí, soy totalmente consciente de que no habrá un nosotros, pero no puedo negar que ver tu sonrisa, seguir tu mirada, me hace feliz. Hace que vuelva a ser yo, o que sonría tontamente durante horas. Contemplar tu risa nerviosa es similar a una descarga de energía. 

Esta vez no hablaré de miedos, ni vértigos. Porque no tienen sentido, porque vivir con miedo no es vivir. Porque quiero saborear cada segundo, quiero disfrutar del instante. Y si tu formas parte de él, entonces, esta primavera un poco loca tendrá más color que nunca.

sábado, 17 de marzo de 2012

Sentada en el banco de un parque cualquiera, en mitad de una noche helada, echo de menos tus abrazos. Esos abrazos que me evaden del mundo y me hacen sentir segura. Comprendida, querida. Cuando desaparecen de repente todas las dudas y mi corazón solo late por ti. Mi respiración sigue la tuya. Y mis ojos no ven otro paisaje que el color de los tuyos.

Sí, los vuelvo a echar de menos diez minutos después. Pero solamente puede hacer eso, extrañarte. Porque desapareciste de repente, al igual que llegaste. De la nada a la nada. Con el único cambio que, ahora, en mi mente, el único  pensamiento que existe eres tú. 

Te vuelvo a echar de menos. Es como un bucle en el que cada cinco minutos necesito tu mano agarrada a la mía. O tu sonrisa enmarcada en mis ojos. Un bucle del que necesitaré salir si decidiste marcharte para siempre...

¿Y si estoy dejando de ser yo misma?

¿Y si me he desviado del camino?

¿Y si no sonrío como antes?

¿Y si... vuelves?

lunes, 5 de marzo de 2012

Está bien, voy a asumirlo.

Quizá di mucho cuando no debía. Sí, quizá me ilusioné cuando para ti no era nada. Tranquilo, es cuestión de asimilarlo todo. De decirle a las mariposas que se callen porque no tienen sentido que sigan viviendo. Sé que me lo dejaste claro desde el principio, sé que esto podía llegar a este punto. Pero hemos pasado del fuego al hielo. De golpe, sin ni si quiera tener tiempo para respirar. Del todo a la nada. Será que soy un poco tonta, o que me ilusiono con una rapidez extrema. Pero... podrías explicarme ¿Por qué? ¿Por qué este maldito vacío? ¿Por qué esta dolorosa ignorancia? En realidad... se que no tengo derecho a una explicación, no soy nada tuyo. No te pertenezco, no tienes porque regresar. Ahora entiéndeme a mí, ¿Te acuerdas cuando dije que no sentía nada? Mentira, si que siento. Y es difícil decirle a mis labios que no te tendrán de nuevo. O a mis manos que no volverán a acariciarte. Pero lo superaré, como todo. Ya estoy acostumbrada a caer, con la misma piedra. Me levantaré, lo sé. 

domingo, 4 de marzo de 2012

Tengo miedo de empezar a sentir, de quererte, y tu no quieras volver a verme.

Pero y sí, ¿Ya es demasiado tarde? Nunca se me dio bien descifrar mis sentimientos. Pero, cada vez que sé que te voy a ver tiemblo, cada vez que te veo a lo lejos mi cuerpo ni responde. Como si millones de partículas estuvieran en una guerra interna. Como si revolotearan por mi interior.

En el momento que te acercas y me acaricias me quedo sin palabras. Esa sonrisa tonta que observas a milímetros de tus ojos, notar tu respiración en mis labios. Tus besos, si supieras que me hacen sentir tus besos. Me paralizo. Me inhibo. Los pies se me levantan del suelo casi sin notarlo, y vuelan a millones de kilómetros de donde nos encontramos.

Pero, nunca se me han dado bien las cuestiones emocionales. Soy una especie de imán que atrae las situaciones complicadas. Nada a mi alrededor puede ser fácil si hablamos de sentimientos. Y tengo la sensación que después de cada último beso no sé si te volveré a ver. No sé si la imagen de tu presencia a lo lejos es la última que retendré en mi cabeza. Estar a tu lado sigue el mismo funcionamiento de un reloj de arena. Donde el tiempo se agota, y no sé si volverás a dar la vuelta. Para que siga contando.

Quizá, ese miedo de sentir algo por ti es inútil. Porque aunque me mienta a mi misma, ya has comenzado a formar parte de mi vida. De una forma u otra. Y me encuentro ante el mismo dilema de siempre, no sé si tu quieres que forme parte de la tuya. No se si estas dispuesto o preparado. Será cuestión de tiempo, será cuestión del destino... como siempre. El cuento se vuelve a repetir. ¿Será  el final diferente?