Media vuelta y...
                           sonrisa. Encuentro perfecto en lugar inesperado.

 Hiciste lo imposible para que notara tu presencia, pero la verdad es que ya habías conseguido captar mi atención. Una punzada me atravesó desde el pecho, como dardos. Intentando buscar la diana. Pero no eran de dolor, esta vez no. Me gustaba. Quería mantenerme en esa sensación durante siglos, siglos que se harían efímeros a tu lado. Y te acercaste, me acerqué.

Un paso, dos, tres.
              Ya estamos frente a frente. Casi puedo sentir tu respiración. Casi notas los latidos de mi corazón.

No hicieron falta palabras, nuestras miradas entablaron una conversación por códigos. Tus labios eran la mayor tentación que había tenido frente a mi.

Y de repente quise... no formar toda tu vida, si no ser tu parte favorita.

Y aquí estoy, a las nueve de la mañana de un jueves cualquiera, con mi café en una mano y con mis ojos en esta pequeña pantalla. No sé exactamente por qué decidí escribir ahora, en este momento. Quizás sea porque me levanté con el pie derecho. Porque siento que soy feliz, si. Como esas veces que te levantas sintiéndote extremadamente bien y no sabes muy bien el motivo.

O quizás, y esta es la posibilidad con mayor porcentaje, es que anoche... soñé contigo.

Una banda sonora puede marcar una etapa de tu vida. Tan solo darle al play y automáticamente recorre por todo tu cuerpo un mundo de sensaciones, de pensamientos, de sentimientos. Un "cómo ha pasado el tiempo", un "cuanto hemos crecido", o un "cuanto te echo de menos."
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" Se supone que hoy deberíamos tener grandes nuevos amigos. Amigos para las vacaciones, para las postales de navidad o amigos para toda la vida. Y hoy, más que amistades nos hemos convertido en una familia. "

Un dieciocho de Noviembre cualquiera.

Dieciocho de Noviembre, 2011. Amanecer.

Puede que parezca una nota informativa de cualquier cartelera. Pero para mi guarda un significado especial. Puede que esa fecha estuviera apuntada en mi agenda desde hace mucho tiempo o que estuviera guardada en palabras en mi memoria. Si, en mi memoria. Porque no las volví a oír.

Un momento, un lugar. Aquellas chicas en una sala de cine, nerviosas por ver una película. ¿Que tontería no? Pero no sabían que aquel momento se iba a guardar con tanto significado, y que lo iban a extrañar. Que sus planes de futuro no se cumplirían. Que sus sueños de jóvenes adolescentes serían eso, simples sueños. No se si vosotras os acordáis de todo, de las miradas ilusionadas, de los nervios, de las risas, de los momentos previos y posteriores a nuestro momento del año. Era nuestro. Iba  a ser nuestro cada año hasta el 2012. 

Pero no, hay que aceptar que no será así. Que ahora escucho cualquier cosa sobre esta maldita fecha y me recorre por todo mi interior un escalofrío, de impotencia quizás. Porque permití que días como estos no volvieran a ser nuestros.

Y en estos momentos es cuando me suelo acordar de todo. De lo que solíamos ser, de lo que fuimos. Había algo entre ambas que era especial. Un vínculo, una unión entablada casi por caprichos del destino. Que ironía ¿no? Decíamos ser como hermanas y ahora casi ni nos miramos. Me corrijo, ni nos miramos. Dos super-amigas que quedaron en nada, en unos simples recuerdos. No es que quiera retroceder, ni que seamos lo de antes, pero te extraño. Tengo derecho a decirlo. A admitir que la vida puede dar vueltas inesperadas, arrebatándote lo que hoy te hace feliz. Y supongo que esto forma parte de lo que nos tiene preparado la vida a cada uno, que es cuestión del destino.

Solo toca callarse y sonreír por lo que un día tuviste. 

Las mariposas me recuerdan a ti.

Las mariposas revoloteaban a mi alrededor, mezclando colores con los de una flor.Y fue entonces cuando me vi recordando aquellos días. En los que dejamos atrás nuestro futuro perfecto.

Y es por eso que cuando las veo, me acuerdo de ti.

Soy una chica simple

Soy de esas a las que les gusta dormir con la ventana abierta de par en par mientras llueve, para poder sentir cada una de las gotas que chocan con el asfalto. Respirar el olor a lluvia mientras me acurruco en la cama. O de las que miran fijamente a través del cristal mientras buscan la inspiración.

No me gustan los finales, pero admiro los principios. Siempre empezar algo nuevo es de valientes, de arriesgados. Tener el valor de abrir un nuevo camino no puede permitírselo todo el mundo. Y pienso que un camino sin tropiezos no acabará bien.

Soy de las que no se le dan bien las cuestiones emocionales, eso de hacer lo que se siente sin pensarlo no es lo mío. Me gusta tener todo controlado al milímetro. Tengo la manía de darle mil y una vueltas a las cosas.

Y no creo que todo esto sea una virtud, ni tampoco un defecto, tan solo hay que saber llevarlo. Saber llevarme.