martes, 25 de septiembre de 2012

Heartbeat


El tiempo siempre corre al son de los latidos de tu corazón.

         Cuando éste se embala, el tiempo se escapará de entre tus dedos,

                     la intensidad de los grandes momentos y el capricho del tiempo,

                                dispuesto a aumentar su velocidad cuando menos lo deseamos,

                                                                                           cuando más lo necesitamos.

domingo, 23 de septiembre de 2012

¿Sabes?

Te voy a decir algo...

Con el tiempo descubrí que no hay monstruos en el armario y que los finales no son como cuentan los cuentos. Que no existen los Reyes Magos, y tampoco el ratoncito Pérez. Que los malos no son tan malos, ni los buenos son tan buenos. Que no siempre llueve en invierno, ni te mueres de calor en verano. Que los conciertos están para gritar y dejarse la garganta. Que cuando quieres que algo ocurra, no ocurre, que siempre ocurrirá cuando menos lo esperes. Que a los chicles siempre se les va el sabor y los helados siempre se acaban derritiendo. Que a veces una ducha de agua fría sienta igual de bien que una de agua caliente. Que no hay calcetines para el pie izquierdo y tampoco para el pie derecho. Que a veces la persona que más feliz aparenta estar es la que más apoyo necesita. Que el primer baño del verano es el mejor y que los paseos por la playa siempre te achicharran la espalda. Que las medias siempre se terminan rompiendo y que los tacones a las 5 o 6 de la mañana están en tus manos. Que el último trocito del paquete de chocolate es el que mejor sabe. Que siempre que bosteces alguien lo hará contigo y que siempre que comas palomitas de microondas, quedarán unas pocas sin hacer. Que los besos a escondidas saben mejor y que en lugar más inesperado te encontrarás a quien más tiempo llevas deseando ver, porque el mundo es un pañuelo. Que hay personas que no valen la pena, pero que hay otras que de repente, llegan y te cambian la vida… y te la cambian para siempre.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Summer love

¿A que sabe un amor de verano? A sal, a sol de atardecer, al sonido de aquella canción junto a la orilla del mar, a ese beso robado, o a esas conversaciones que se alargan al mismo tiempo que las agujas del reloj deciden aumentar su velocidad.

Un amor de verano es fresco, mágico, intenso, rápido, sin sentido. Es justo lo que necesitas cuando las noches son más largas que el resto del año. Es la sonrisa que aparece por casualidad al otro lado de la pista. El mensaje en la madrugada que te hace escapar a hurtadillas de casa, el que te hace regresar al amanecer creando cualquier excusa que suene creíble, pero que es tan ridícula como tu sonrisa al llegar al portal de casa. Son las mariposas, la adrenalina, el vivir todo al momento.

Cuando el verano pasa, cuando los días se hacen más cortos, y el frio llega a través de tu ventana. De repente, suena esa canción que te recordaba a él. Y te traslada a aquellas noches, a aquella noche en la que saliste con la sensación de ser libre, joven, feliz. Te traslada al momento en el que vas andando entre la multitud, al son de una canción la cual no recuerdas y sintiendo en tus pies la arena mezclada con la humedad de la noche. Ese casual momento en el que vuestras miradas se cruzan. Sonríes, y de ahí en adelante todo es improvisado. Un mensaje, una canción, un buenas noches, el sonido de una moto en el silencio de la noche, el beso que siempre sabe a despedida, a querer más.

¿El final? Sabes que va a llegar, como sabes que va a llegar septiembre después de las vacaciones. Pero decides no pensar en él. Ocurre exactamente lo mismo. Lo aceptas. Y te alegras de haber vivido aquellos días y noches, sonríes al recordar una mirada, un beso o una palabra. Es así, es la magia del verano. Que te trae historias que no pensabas vivir, demostrándote que en el lugar más inesperado, en el momento quizá menos indicado, aparece. Y te volverás a ilusionar porque es inevitable hacerlo, porque la vida se basa en eso. En vivir lo que quieres y cuando quieres, siendo tu mismo. No se trata de esperar al destino, porque el destino es lo que pasa frente a tus ojos. No llega, ya está. Tu eres el que tienes que actuar.

"Hemos dado un paso, un paso hacia otra puerta que se acaba de abrir. Y... no sé si estoy preparada.

 No se si me acostumbraré a no verte la cara de dormida cada mañana, o si dejaré de echar de menos compartir el sofá cada noche. No sé como se afronta esta situación. No sé que nos va a deparar esta nueva etapa. Pero... te voy a echar de menos. No sabes cuanto mi niña. Supongo que algún día me acostumbraré a no poder ir a tu cuarto a contarte cualquier chorrada, o a cantar juntas en la mesa y que papá nos diga ' en la mesa no se canta' y que las dos nos miremos y nos riamos. Echaré de menos los desayunos de los domingos en familia. Incluso las peleas por cualquier tontería en las que acabamos riéndonos porque no soportamos estar sin hablarnos.

Tener una hermana es lo mejor que me ha pasado, que digo, tenerte a ti en esta familia es lo mejor que me pudo pasar. Espero acostumbrarme a tu ausencia en estas cuatro paredes, sé que eres feliz y que has dado el paso que todos en algún momento tenemos que dar".

Cosas que escribe una en un momento determinado y que cuando las lee se emociona, porque ese día llegó. Los 'te echaré de menos' se han convertido en ' te echo de menos'. Pero ¿sabes? Te veo feliz, y tan solo eso me sirve para saber que todo está bien, que has tomado el camino indicado.

Justo cuando escribí el discurso pensé: qué ironía escribir un discurso dedicado al amor cuando solo vivo desilusiones. Supongo que veros a vosotros, una historia con un final feliz, me hizo creer más en él. No importa cuanto tarde, no importa todas las desilusiones, o todas las veces que tengas que reconstruir tu corazón. Cuando llega es como una descarga eléctrica que renueva tu estómago de todas esas mariposas que se marchitaron años atrás. Como si todas las historias anteriores tuvieron ese final precisamente para que llegaras a este lugar.

Y de todo esto, de vuestra felicidad, de vuestras lágrimas, de vuestro amor, he aprendido mucho. Así como de vuestras palabras y consejos, porque no hay más sabias palabras que ' ser uno mismo'. No hay más sabia decisión que dejarse llevar. Si, dejarse llevar. Sin pensar. Parece que este año ha sido el año de las demostraciones, y que todo ha tenido algún sentido. Todo ha pasado por algo, desde aquel febrero hasta este septiembre.

Gracias a todos, al que me enseñó a ser yo misma sin temor al que piensan sin temor al fracaso, el mismo que me enseñó a superar mis miedos. Gracias al que me demostró que las palabras y las acciones tienen que ir de la mano, al que me llevó a volar más allá del suelo. Tambien gracias a ti, por demostrarme que el verano puede tener otro color, el de tu sonrisa. A demostrarme que los amores de veranos son tan fugaces como el mismo verano, pero después cuando lo recuerdas viene esa sensación de haber sido el mejor de tu vida, viene el sabor a 'he hecho todo lo que quería' y el aroma a sal y arena mojada. Gracias a la pareja perfecta, a todos, porque poco a poco voy comprendiendo que esto del amor no es tan complicado. Es como una enorme escalera de caracol, vas subiendo peldaño a peldaño, medio a ciegas, sin saber donde se encontrará el final... pero cuando llega... cuando llega... (Y ahí está la magia, es una historia con final alternativo...)